Bibliotecas bajo ataque

16 de noviembre de 2025
Boyanovsky Bazán ED

La obsesión de los nuevos movimientos de extrema derecha en el mundo se enfoca en contenidos con los que librar su "batalla cultural". Persecución y censura.

El libro, ese peculiar objeto odiado y temido por los peores totalitarismos, blanco de destrucción en la legendaria distopía de Ray Bradbuy, Fahrenheit 451; oculto a la plebe por quienes se han querido adueñar de la historia y el conocimiento; aún en la era de la Inteligencia Artificial y de la digitalización plena, continúa siendo perseguido, prohibido y censurado. 

Las que más sufren esta persecución son las bibliotecas populares, estatales y escolares en distintas partes del mundo, de Europa, Estados Unidos y también Latinoamérica, en aquellos sitios donde imperan las nuevas expresiones de una derecha extrema que se potencia en la autocelebración de lo que ha denominado su "batalla cultural", como política de estado o como ariete discursivo: Aun resuena el debate instalado mediáticamente en la Argentina contra la novela Cometierra (2019, Sigilo), de reconocimiento mundial.

Los contenidos que más provocan a los censores están relacionados con la sexualidad en todas sus dimensiones, textos orientados a la ESI o que reivindican al colectivo LGBT, desde la ficción o lo testimonial. En Estados Unidos se intentó prohibir hasta una biografía de Lana Wachowski, la cineasta trans multipremiada por obras de la magnitud de The Matrix, entre otras.

En el documental recientemente estrenado The Librarians (Las bibliotecarias), de Kim A. Snyder, se cuenta la pelea que desde hace más de tres años están librando anónimas bibliotecarias escolares para defender el derecho a la libertad de expresión y de información en sus espacios de trabajo. "Desde Texas hasta Vermont, Estados Unidos está censurando, prohibiendo o dificultando el acceso a miles de títulos", afirman.

The Librarians trae a la memoria la persecución que se vivió en la Alemania nazi y su prohibición de miles de títulos, quema incluida de ejemplares en la Bebelplatz, y bien podría referir la lista negra de titulos que circuló durante la dictadura cívico-militar argentina de 1976-1983, donde desde los medios que apoyaban al régimen se acompañaban las censuras a obras como las de Gabriel García Márquez. Justamente este autor colombiano premio Nobel de Literatura en 1982, integra nuevas listas negras en estos tiempos actuales.

En el documental se hace referencia a la llamada "lista Krause", promovida por un legislador republicano de Texas, que incluyó 850 libros que en su visión deberían ser prohibidos en las escuelas. Muchos de ellos fueron condenados al archivo en las bibliotecas, entre ellos una novela gráfica sobre Ana Frank, prohibida porque en una de sus páginas se ven estatuas clásicas en un parque de deidades griegas, desnudas.

En The Librarians, las bibliotecarias cuentan cómo son amenazadas en los consejos escolares en los que se saca el tema de la prohibición de libros. Se las acusa de pornógrafas o de pedófilas por el hecho de que haya títulos relacionados con el colectivo LGTBIQA+ o sobre diversidad afectivo-sexual. También se han prohibido títulos sobre raza, volúmenes firmados por Martin Luther King, Nelson Mandela, Malala o Michele Obama, o biografías como la de Celia Cruz “porque incitan al rencor racial”, destaca El Diario de la Educación, portal español dedicado al mundo educativo.

En su artículo, el editor del sitio, Pablo Gutiérrez de Álamo, destaca que Patric De San Pedro, una de las voces principales del documental estadounidense, recuerda lo que ocurre en países como Bulgaria y Polonia en los que contenidos relacionados con el colectivo LGTBI son prohibidos de la vida pública. Por lo tanto sospecha que "lo mismo acabará pasando, aunque sea con diferencias, en España".

"Con argumentos similares a los que utilizan en Texas el grupo ultraderechista Moms for Liberty (Mamás por la libertad), representantes de Vox llevan intentando y a veces consiguiendo, torpedear la difusión de todo aquellos que les suena a woke", escribe el editor. Estos movimientos lograron paralizar momentáneamente la distribución de varios lotes de libros en las bibliotecas públicas de la ciudad de Castellón aunque luego "la justicia se enmendó a sí misma" y los libros regresaron a las estanterías.

Sin embargo, en Burriana, ciudad de la provincia de Castellón, "consiguieron que la biblioteca municipal retirase de la sección infantil y juvenil varios libros de temática LGBTI" por “escandalosos” o “pornográficos” para reubicarlos en otras secciones de la biblioteca. "Al poco tiempo lo intentaron también en el ayuntamiento de la capital provincial", comentó acerca de una controversia iniciada por el concejal de cultura de la localidad, Jesús Albiol, perteneciente a Vox, quien dio la orden de cancelar la suscripción a algunos títulos.

El portal refiere que según la organización PEN America, dedicada a la lucha por la libertad de expresión en Estados Unidos, desde 2024 se han prohibido casi 7.000 títulos en el país, en 23 estados. Entre ellos, La naranja mecánica (Anthony Burgess), Choque de Reyes, el segundo libro de la Saga de Juego de Tronos (George R. R. Martin), El cuento de la criada (Margaret Atwood), Una Corte de Rosas y Espinas (Sarah J. Maas), Americanah (Chimananda Ngozi Adichie), La casa de los espíritus (Isabel Allende), Matadero cindo (Kurt Vonnegut)… Libros sobre diversidad, raza o género, pero también biografías de artistas como Renoir o Rembrant, libros sobre el Holocausto. "Hasta 20.000 leguas de viaje submarino (Julio Verne) ha estado o está en la mira".

La situación es similar en la Hungria de la extrema derecha de Viktor Orban, donde hace años rige la "ley de propaganda", que entre otras cosas restringe el acceso a información esencial y a otros contenidos relacionados con temas LGBTI, en especial para niños, niñas y jóvenes. Un informe del año pasado difundido por Amnistía Internacional da cuenta de que "algunas empresas de medios de comunicación y librerías de Hungría se autocensuran con el fin de evitar sanciones penales, y que autores y autoras, agencias creativas y organizaciones de la sociedad civil están tratando de lidiar con las imprecisas disposiciones de esta ley".

El documento afirma que "aunque en un principio esta ley no se aplicó de forma generalizada, la situación cambió a comienzos de 2023, cuando las autoridades empezaron a abrir cada vez más procedimientos judiciales contra librerías que vendían libros con personajes LGBTI". Efectivamente, en ese año, la segunda cadena de librerías más importante de Hungría, Líra Könyv, debió pagar una multa de 12 millones de florines (36.000 dólares) el valor de un departamento pequeño en el mercado local, por tener en exhibición un libro sobre esa temática en la sección dedicada a jóvenes.

Hace un año, en la Argentina se disparó un debate en torno a la novela de la docente Dolores Reyes, Cometierra, incluida en la Colección Identidades Bonaerenses, un programa de la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia, dirigida a distribuir material de lectura en los secundarios.

La polémica se instaló desde el propio gobierno de Javier Milei, cuando la vicepresidenta, Victoria Villarruel -todavía no tan distanciada del presidente- se mostró indignada porque partes de la obra hacían referencia a cuestiones sexuales. "Respeten la inocencia de los niños, ¡con los chicos no!", escribió en X y criticó al gobernador Axel Kicillof por incluir el libro como material didáctico.

La crítica fue replicada por medios afines y una ONG conservadora asumió la cruzada pidiendo el retiro de ese y otros tres libros de la colección, lo cual no ocurrió. Por el contrario, tanto el gobernador como el Director General, Alberto Sileoni, defendieron la inclusión y lo justificaron desde el punto de vista literario didáctico. "Esos libros tienen una guía educativa que aconseja a los destinatarios”, explicó entonces Sileoni y aclaró que los libros no se entregaban directamente a los estudiantes sino que iban "a la biblioteca de la escuela".

En la misma línea, numerosos autores y referentes culturales defendieron tanto a la autora de Cometierra como a su libro, que fue traducido en 15 idiomas en 240 países y acaba de estrenarse por la plataforma Prime Video la serie inspirada en la historia que recrea en sus páginas.