Adolescencia y los efectos de los celulares y las redes sociales en la Salud Mental

07 de abril de 2025

Por Pablo Melicchio//La serie expone cómo se filtran discursos e ideologías nocivas que se propagan desde el mundo virtual y van dañando el estado psicoemocional de los jóvenes.

Por Pablo Melicchio
Psicólogo (UBA), escritor
@pablomelicchio

La droga digital conlleva a un encierro voluntario, a lo repetitivo y compulsivo, como todo consumo problemático. Y bajo el efecto de lo adictivo, se debilita la posibilidad crítica. La información es ideología, y como un agrotóxico, invade y contamina el campo mental. En la niñez, como en la adolescencia, hay mayor vulnerabilidad, y esa fragilidad no es sin consecuencias. En Adolescencia (Netflix), como en la vida real y cotidiana, se puede ver el efecto nocivo en la salud mental de esa adicción a los celulares, a las redes sociales y su lenguaje.    

Adolescencia, la serie del momento, interpela a los adultos. Exhibe, con sólidos argumentos, lo fallido de las instituciones familiares, jurídicas y educativas. Los padres del joven protagonista se preguntan qué hicieron mal. Y nos damos cuenta de que no se trata de algo que hicieron mal, o del todo mal, porque no hay paternidad perfecta. La crianza del hogar no es suficiente ni la única formadora del psiquismo y los sentimientos de los hijos. A través de las redes sociales se filtran otros discursos y, entre esos discursos, ideologías nocivas que se propagan desde el mundo virtual y que van dañando la salud psicoemocional de los jóvenes usuarios. La normalización de la violencia, las cargadas, los imperativos de bellezas y las discriminaciones son la moneda corriente, la levadura de todo los abusos y maltratos que van deteriorando la vida de cada sujeto en desarrollo.

Jamie, el protagonista, como la mayor parte de la sociedad actual, termina pasando demasiado tiempo delante de la pantalla. Y la ficción se va haciendo real. Un me gusta, un emoji, o la ausencia de respuestas ante un posteo o una foto, genera malestar. En la preadolescencia, tiempo de búsqueda de la autonomía y de la paulatina independencia con respecto a las figuras paternas, cobra una importancia crucial el entorno y los pares, y todo lo que sucede, o deja de suceder, afecta directamente la autoestima en construcción.

Cada vez que un jóven sale del hogar a la calle, o abre la ventana del celular, espera algo de ese paisaje, y el clima de lo que acontece altera su comportamiento.

Cada vez que un jóven sale del hogar a la calle, o abre la ventana del celular, espera algo de ese paisaje, y el clima de lo que acontece altera su comportamiento. Y definitivamente, ya no hay una frontera entre lo virtual y la realidad, internet es la vida real. Que el celular vuelva ser una herramienta de uso y no un abuso será definitorio para los tiempos venideros. Pero como con cualquier droga, para dejarla se necesitará de contención adulta y profesional para soportar la abstinencia y sus efectos. 

Es evidente que el teléfono celular ya no es solo para llamadas ni para comunicaciones ocasionales y pasó a ser una prótesis del cuerpo, un gps y nueva religión. Lo que sucede en el mundo virtual informa más de lo que forma, pero en general distrae y contamina. Cuerpos con filtros ante los cuales una niña puede desarrollar un trastorno alimenticio. Ideologías ante las cuales un niño puede ir despertando violencia de género. Nada es ingenuo y sin consecuencias, menos para un sujeto en formación, que, como siempre y como nunca antes, necesita de la presencia adulta. Pero los adultos también andan perdidos en el mundo de la virtualidad o en sus propios ombligos, sobrecargas, y obligaciones. Entonces, ¿quién orienta? ¿Quién registra los deseos y necesidades propias de la niñez y adolescencia? ¿Quién expresa amor y límites? ¿Quién cría hoy?

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