Mundo Nuevo: 53 años de un proyecto educativo de gestión social y cooperativa

04 de noviembre de 2025
Boyanovsky Bazán y Esteban Sueyro

La singular escuela de Villa Crespo, en CABA, educa y acompaña cada año a cerca de 300 niños y niñas, con una impronta horizontalista y de participación comunitaria.

Mundo Nuevo lleva 53 años ofreciendo un proyecto educativo de gestión social en el barrio porteño de Villa Crespo que alcanza a cerca de 300 niños y niñas de jardín y primaria. Es una de tantas escuelas gestionadas por una cooperativa de trabajo que, sin embargo, no tiene marco jurídico específico que contemple sus singularidades. Desde 2006 el artículo 13 de la ley 26.206 de Educación Nacional reconoce la gestión cooperativa y social, sin embargo, el sistema las clasifica en el vasto universo de las escuelas privadas. Pero si bien, en algún aspecto lo es, su dimensión dista mucho de aquellas. No solo por no tener fin de lucro en su fundamento (como toda cooperativa), sino también por el proyecto colectivo y horizontalista, que mientras resulta efectivo y convocante, paradójicamente presenta limitaciones a la hora de acceder a recursos que el mismo sistema ofrece.

“Básicamente es la gestión lo que nos distingue. Es una gestión democrática, horizontal. Yo ejerzo el trabajo de ser la directora de la primaria, pero soy asociada como todos mis compañeros. Y eso ya hace una diferencia la hora de pensarnos como colectivo, ni hablar de tomar las decisiones, de soñar el proyecto pedagógico”, describe Serena Colombo, integrante de la Cooperativa Mundo Nuevo hace 26 años, en la entrevista con Educación Debate, junto al maestro de grado, Camilo Carrizo Carbonell, miembro hace siete. Ambos integran un colectivo de 85 cooperativistas. “Las prácticas en nuestras escuelas podemos decir que abrevan en lo que propone la Escuela Nueva, de principios del siglo XX, donde los chicos son parte de también de esas decisiones. Los materiales los brinda la cooperativa, el espacio común es de todos. Son prácticas que empiezan entre nosotros y después siguen en el proyecto”, explican.

Serena Colombo es directora de primaria en Mundo Nuevo y preside la federación nacional de escuelas cooperativas.

-¿Cómo impacta eso en lo pedagógico? 
Serena Colombo: -Nuestro propósito es colaborar en la construcción de subjetividades que se encuentren en un mundo más humano, más colectivo, sabiendo que el conocimiento es algo que se construye, que se comparte, que además nos viene heredado, que uno puede soñar hacer cosas con otros, reunirse, ponerse de acuerdo, pelearse, volverse a poner de acuerdo. Que todo lo que hacemos en la escuela tiene un sentido, el que sea. La semana pasada en una de las rondas de convivencia que hacemos con los grados, un chico de segundo tenía muchas ganas de hacer un museo de aviones. Entonces, toda la ronda fue cómo nos organizamos para hacer un museo de aviones. Bueno, esto es algo que sucede todo el tiempo en la escuela. Los chicos sueñan cosas y lo que nosotros hacemos es el espacio para que eso suceda y se construya. El año pasado estuvieron cuatro meses viendo cómo hacer un álbum de figuritas de la escuela. Bueno, todo eso es algo que le da sentido estar en la escuela. También le da sentido un razonamiento matemático, un cuento clásico, pero todo eso es el amasado con otros, el pensarlo, el disfrutarlo. Queremos que los chicos tengan ganas de venir a la escuela y eso sucede. A nosotros nos da ganas de venir.

-¿Cómo lo trabajan con las familias?
SC: -Eso es algo que venimos construyendo, porque en un momento era: la escuela es la escuela y la familia es la familia, ¿no? En un momento nos empezamos a preguntar nosotros también; si nos pensamos como comunidad, ¿qué comunidad? Porque nosotros somos una cooperativa de trabajo. Los que tomamos las decisiones acá somos los trabajadores. Pero con las familias eso no era una posibilidad. Entonces empezamos a armar espacios de trabajo con las familias que nos permiten otro juego. Acá tenemos una feria de la economía social, la Coopada, que la organizamos entre familias y compañeros. Y se armó una cooperativa de familias autogestionada. No oficialmente, porque no tienen matrícula, pero ellos se autodenominan la “coope” de familia. Entonces, cada 15 días nos reunimos con algunos de ellos a discutir cosas, pensar en conjunto.

Camilo Carrizo Carbonell, maestro de quinto grado, miembro de la cooperativa hace siete años.

Camilo Carrizo Carbonell: -Hay una instancia también que es la “Cremona de familias”, y es porque nosotros teníamos –y seguimos teniendo- un espacio donde uno que recién entra a la cooperativa trae una cremona para compartir en una reunión y se anoticia un poco de estas dinámicas. Y nos empezó a pasar que estas mismas dudas de cómo funcionaba la cooperativa las tenían las familias. Entonces, se nos ocurrió en un momento armar la cremona de familias.

Camilo Carrizo Carbonell y Serena Colombo en Mundo Nuevo.

-¿Cómo definen el tema salarial?
SC: -Nosotros no somos asalariados, porque somos monotributistas, en tanto asociados a una cooperativa. Entonces, no hay salario y además venimos dando una lucha denodada en contra del salario como concepto. Sí remuneración por el trabajo, por supuesto. Pero hace muchísimos años ideamos un sistema de puntos que tiene que ver con la cantidad de horas cátedra que hace cada compañero o compañera. Tenemos un sistema de puntos donde repartimos el excedente. 

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-¿Pero se rigen con la paritaria de la Ciudad?
SC: -No, no necesariamente. Repartimos lo que hay. Tenemos una tabla de lo que nos parece digno. Nos ha pasado que no se pudo cumplir, en 2001, en un momento de muchas dificultades económicas, y lo que decidimos fue resignar la parte que les tocaba a los que más cobrábamos para que los que hacían la jornada completa pudieran tener al menos el equivalente a un salario mínimo. Después tenemos un espacio quincenal de trabajo de todos, que está remunerado desde hace años, y por esas horas de trabajo todos cobramos lo mismo. 

CCC: -Hay algo ahí que tiene que ver con la lógica de trabajar sin un patrón, donde hay cosas que si no abordamos colectivamente, no suceden.

"No puede haber política pública para para algo que no tiene entidad."

-¿Cuál es el marco actual de funcionamiento?
SC: -Nosotros estamos detrás de dos leyes. Una es la reglamentación de la educación de gestión social, cooperativa y comunitaria a nivel nacional, que presentó Eduardo Toniolli, quien preside la comisión de asuntos cooperativos de la Cámara de Diputados. Después tiene media sanción el proyecto (de Lucía Klug, Unión por la Patria, en la Cámara de Diputados de PBA) que establece que la provincia de Buenos Aires haga un registro, porque nadie nos cuenta. No sabemos cuántas escuelas de gestión social y cooperativa hay en la Argentina, porque en la estadística hay solo dos cositas para tildar: gestión estatal, gestión privada. Entonces estamos tratando de que por lo menos esté ese registro, porque además no puede haber política pública para para algo que no tiene entidad.

-¿Cuál es la diferencia entre funcionar con marco jurídico específico o sin él?
SC: -En principio para nosotros tiene que haber política pública específica. Cuando yo voy a un encuentro de escuelas de gestión privada, me dicen "¿qué problema tenés con los maestros?". No tengo ninguno.

CCC: -Y hay una diferencia que tiene que ver con la política pública. Nosotros no podemos acceder al financiamiento de los salarios docentes, qué es lo que se le financia a las escuelas de gestión privada, porque no tenemos salarios, por el objeto de la cooperativa. La ley de educación nacional dice que el estado no va a financiar, de las escuelas de gestión privada, la infraestructura, los mantenimientos básicos, lo que sí puede financiar es el salario docente. Claro. ¿En qué posición nos deja eso a nosotros donde no hay salario docente? Entonces el estado se retira. 

-Más allá de estos límites existen dos federaciones de escuelas cooperativas.
SC: -Está FECEABA (Federación de Cooperativas y Entidades Afines a la Enseñanza de Buenos Aires), de CABA y provincia, y FeCEGeSoRA (Federación de Cooperativas y Entidades de Educación de Gestión Social de la República Argentina, que Colombo preside), nacional, pero son muy poquitas. El único registro que se intentó hacer por primera vez fue la época de (Nicolás) Trotta, con Alberto. Fue a instancias de Natalia Peluso. Pero era voluntario. Ahí se anotaron alrededor de 400 espacios educativos de todo el país.

"Hay que pensar la escuela de vuelta con mucha más gente, con espacios diversificados."

-En CABA se ve un fenómeno en que los y las docentes se ven superados por una sobrecarga que tiene que ver con cuestiones administrativas, ¿cómo es eso en el sector cooperativo?
-Tareas administrativas, no sé, pero la sobrecarga laboral la tenemos todos los seres humanos de la República Argentina y del mundo en este momento. Yo no podría decir que nosotros no tenemos mucho trabajo, porque es más, nunca alcanza. Pero además se implementan políticas con cero presupuesto. Por ejemplo, desde que empezó toda esta movida de la inclusión, que ya es una palabra horrible porque implica que hay un “excluido” que hay que meter adentro, lo que está pasando es que estamos inventando cosas para ver cómo hacemos para que la cosa funcione. La escuela inclusiva no es meter adentro de la estructura graduada común pibes que no pueden estar ni todas esas horas ni de ese modo. Y yo no digo que no haya que hacer algo. Lo que pasa es que para mí hay que pensar la escuela de vuelta. Si vamos a hacer eso, y me parece bien, hay que pensar la escuela de vuelta con mucha más gente, con espacios diversificados.

Mundo Nuevo, en la calle Serrano al 500, en pleno Villa Crespo.

-¿Cómo describirían el proyecto de Mundo Nuevo?
-Voy a contar dos cosas que que me pasaron hace poco. Una que tuve una reunión con una familia de una nena que entró a primer grado este año que una noche le dijo a su mamá y a su papá, "¿Por qué no me trajeron al jardín a Mundo Nuevo?" Y la mamá le dice, "Bueno, pero yo te llevé un jardín muy lindo." “Sí, pero son años de mi vida que no estuve en Mundo Nuevo”. Y otra, una nena que entró en tercer grado este año, que venía de una experiencia no muy buena en otra escuela, e invitó a una compañera a su casa y estuvieron charlando, qué sé yo y y ella le contó lo que no le gustaba de la escuela de donde vivía, algunas cosas que le habían pasado, que no le habían gustado. Al día siguiente esta nena ve a su amiga conversando con las otras chicas y chicos del grado, entonces en un momento se le acercan todos y le dicen: "fulanita, nos contó lo que te pasó en la escuela. Nosotros te queremos decir que eso acá no te va a pasar nunca". Digo esto para que vean que hay algo ahí de mirarse, de encontrarse con otros que no es una simple declamación, que es algo que nosotros practicamos todo el tiempo entre nosotros. La institución escolar en este contexto en este momento histórico es impresionantemente potente, porque es el lugar en donde nos encontramos, nos miramos a la cara, aprendemos cosas, jugamos… aprovechemos este espacio para eso, para encontrarnos, para aprender, para estar juntos, para organizarnos. La comunidad organizada se empieza a construir en la escuela, aprender a organizarse empieza acá.

Fotos: Javier Vogel