Fecha: 16-12-2025

Plan Buenos Aires Aprende: la huella digital para controlar

"Hay un trabajo invisibilizado fuera del establecimiento que nadie reconoce, ni las novedosas huellas digitales ni los salarios que fija el estado". Una opinión en torno al sistema de control biométrico que regirá en CABA desde 2026.

Plan Buenos Aires Aprende: la huella digital para controlar

El Gobierno de la Ciudad anunció la implementación del uso de la huella digital para controlar el ingreso y egreso de los docentes en los establecimientos escolares.

En su fundamentación, Jorge Macri dijo que con este sistema “Los chicos van aprender más y mejor porque los docentes van a tener más tiempo”. 

Es difícil creer que esta medida administrativa impacte en lo pedagógico, salvo que se piense que firmar un libro afecte la calidad y el tiempo de la tarea.

Cualquiera que conozca realmente la vida en una escuela sabe que esta medida es de dudosa efectividad y que traerá aparejados numerosos problemas.

El gobierno, con la amplia difusión de esta medida meramente técnica, está buscando otra cosa: mostrarse como disciplinador de los trabajadores, reforzando cierto imaginario en relación a que los docentes de las escuelas públicas son faltadores, irresponsables y que eso es lo que determina la calidad educativa.

El GCBA se acopla a un clima de época en el que se acusa a los trabajadores estatales de los problemas del país. Por eso lo hacen. Les resulta redituable políticamente atacar a los trabajadores de la educación. Hacen exactamente lo contrario a lo que necesita el sistema educativo.

Vivimos en una ciudad en la que faltan docentes, particularmente en el nivel primario. Se tomaron diversas medidas de emergencia: estudiantes avanzados del profesorado ejerciendo como maestros, docentes de nivel inicial, previa capacitación, son autorizadas a dar clase en primer ciclo de primaria. Sólo constituyen leves paliativos.

La solución que propone el gobierno nacional ante está expresada en el proyecto de Ley de Libertad Educativa que en el Capítulo VI plantea como alternativa “la educación en el hogar, impartida por padres o tutores elegidos por ellos”. Es decir, no se requieren docentes ni escuelas.

En todo el mundo, la carrera docente sufre una crisis de falta de estudiantes. Es una profesión cada vez más difícil de ejercer por la complejización de la sociedad y por lo tanto de la vida en las escuelas, lo que se suma a la falta jerarquización social y particularmente salarial en este nivel.

La tarea docente insume un tiempo específico dentro de las instituciones, pero hay un trabajo invisibilizado fuera del establecimiento, trabajo que nadie reconoce, ni las novedosas huellas digitales ni los salarios que fija el estado. No debe existir otro trabajo donde el profesional requiera tantas horas fuera de su horario, o sea no pagas: tiempo de planificación, preparación de material, corrección y capacitación obligatoria simplemente para la estabilidad en el cargo.

Afirmaba Stella Maldonado, quien fuera Secretaria General de la CTERA, que "el trabajo docente no es sólo en el aula, sino, también fuera de la institución, donde se preparan estrategias y procesos que hacen al trabajo pedagógico. Cada docente en un puesto de trabajo”, decía.

Sin embargo, el conjunto de la clase política, naturaliza que el trabajo docente de una jornada simple equivale a sólo 4 horas. Así, cuando se da un aumento por suma fija a todos los trabajadores de la Ciudad, a maestras y maestros de jornada simple se les otorga el 50 %. Los funcionarios consideran que la Jornada laboral es 8 horas al frente de alumnos.

El Estado debe pensar una política salarial propia para los docentes. Mientras la única política sea otorgar el mismo aumento que al resto de los trabajadores estatales no habrá solución al problema.

UN TRABAJO MAL RECONOCIDO

Desde el mismo ingreso al ejercicio de la profesión se refleja un alto nivel de precarización laboral. Se hace a través de suplencias donde solo se cobra el día que efectivamente se trabaja. Una flexibilización laboral de hecho. El día que no hay suplencias, no se cobra. Esta situación hace que muchos docentes migren a escuelas privadas en busca de estabilidad económica.

La precarización laboral tiene que ver con una historia en la que el trabajo docente, mayormente femenino, era un ingreso secundario en el hogar, por lo cual se naturalizaba la inestabilidad en el ingreso económico.

Otros países, planifican cuántos docentes suplentes necesitarán en un año y los contratan hasta el nuevo ciclo lectivo. Es decir, hay regularidad en el cobro y se garantiza una cobertura inmediata de los puestos vacantes. Por supuesto, que estas medidas requieren una mayor inversión educativa.

La invisibilización del trabajo docente fuera de la escuela se refleja también hacia adentro mismo del sistema: por ejemplo, un preceptor gana prácticamente lo mismo que una profesora de enseñanza primaria. No se tiene en cuenta ni la verdadera jornada laboral ni la titulación que requiere el cargo. Nos retrotrae a fines de siglo XIX con la maestra normal nacional y los preceptores varones de Juvenilia.

El cargo testigo de maestro de jornada simple equivale salarialmente a 20 horas cátedra de secundaria, por lo que un profesor de ese nivel puede, en el mismo tiempo de trabajo, ganar un salario 50% mayor que el maestro.

Cuando la Nación pagaba el incentivo docente, una maestra/o necesitaba dos turnos para cobrar el doble incentivo (máximo posible) y un Profesor cobraba ese doble incentivo con 30 horas cátedra, que podía cumplirlas en un solo turno. Esta equivalencia, 15 horas cátedra igual salario de una jornada simple, corresponde a lo establecido en Estatuto del Docente Nacional de 1958. 

Desde la transferencia educativa a las provincias, esa relación entre cargos no es homogénea porque depende de cada uno de los Estatutos provinciales.

En CABA, maestros y maestras van descubriendo con el tiempo que les conviene cambiar su cargo por cualquier otro dentro del sistema educativo, en donde el salario es similar, pero con menor responsabilidad y menor stress laboral.

Cuando el conjunto de pedagogos y políticos coincidieron en la extensión de la carrera de Profesorado de Enseñanza Primaria no consideraron que a la vez debían replantearse las condiciones laborales, salariales y jerarquización del trabajo docente. Fue un grave error.

Los profesorados, tanto de nivel Primario como Inicial, pasaron a tener una duración similar a una carrera universitaria, pero con una expectativa salarial y prestigio social inferior. De esa manera, no constituyen opciones atractivas.

Cuando se habla de los problemas de educación es común referirse al ausentismo docente y a la necesidad de capacitarlos. Pareciera que sus saberes específicos fueran inferiores y debieran ser formados, permanentemente, con conocimientos producidos por académicos.

Tal es la desvalorización, que la Ciudad implementó un plus salarial para quienes, además de su título docente, tengan otro de carácter universitario. En cambio, ese plus no se lo pagan si tuviera otro título emitido por un profesorado. Por ejemplo, una maestra de nivel primario no cobra ese plus si además es profesora de matemática, lengua o de nivel inicial. Esto evidencia la desvalorización de los conocimientos impartidos en los profesorados.

Con estas condiciones laborales y salariales el sistema educativo no tiene solución. No podemos seguir esperando a que la baja en la tasa de natalidad resuelva los problemas de falta de docentes.

En un interesante documento del CIPPEC (Veleda, Torre, Paparella), “El corazón del sistema educativo” se plantea “fortalecer las condiciones laborales y el bienestar docente a partir de mejoras salariales y ambientes propicios para la enseñanza que permitan concentrar la función docente en tareas pedagógicas”.

Frente a todos estos problemas, la Ministra de Educación de la Ciudad, Mercedes Miguel, dice: “La implementación de la huella digital es parte de nuestro plan estratégico para que aumente el tiempo de enseñanza y aprendizaje”.

Parece más alentador el discurso de Flavia Terigi, la flamante Ministra de Educación de la Provincia de Buenos Aires, en la asunción de su cargo:

“Tengo un enorme respeto por el trabajo docente y por el conocimiento profesional que lo sostiene, no como un saber acabado sino como un saber en construcción en el corazón de la experiencia. Muchos/as docentes pueden pensar la enseñanza en condiciones alteradas. Llamémoslo invención del hacer”.

LOS AUTORES
Rubén Berguier es docente y ex Secretario Gremial de la UTE
Marina Rubinstein es docente y antropóloga.